La sinceridad, de la familia de la honestidad, es el modo de expresarse auténticamente, sin mentiras ni fingimientos. El término está asociado a la veracidad. La sinceridad implica amor y respeto por la verdad. Quien es sincero, ama la verdad, dice la verdad.
Este es un valor que caracteriza a las personas por su actitud congruente, basada en la veracidad de sus palabras y acciones. La persona sincera es aquella que dice y actúa conforme a lo que piensa o cree. No tiene dobleces, ni intenciones ocultas, no busca intrigar ni perjudicar a nadie, nunca utiliza el fingimiento, la hipocresía o el engaño.
El Catecismo de la Iglesia Católica define la veracidad como la virtud de ser y mostrarse veraz en los propios actos, diciendo la verdad y evitando la mentira, la duplicidad, la simulación e hipocresía (Cfr CIC 2468).
Enseñar a nuestros hijos el valor de la verdad es de nuestras primeras obligaciones como padres de familia. Les proponemos algunas acciones para comenzar a educar en la sinceridad:
Siempre diga la verdad delante de sus hijos, aunque le cueste hacerlo. Arreglar los daños producidos por no haber dicho la verdad, suele ser más costoso, que el enfrentarse a la realidad de decir la verdad.
No ponga a sus hijos en situaciones que les induzcan a mentir o a engañar, procure que en casa haya un clima que favorezca el decir la verdad.
Si se entera de alguna mentira de sus hijos, procure analizar los motivos que les impulsaron a hacerlo, cuidando de no actuar de manera violenta o intimidatoria. Abra un espacio para la confianza y el diálogo en el que los niños puedan reconocer “su mentira”. Esto les ayudará a comprender y valorar que la familia es el espacio en el que pueden ser auténticos.
Ayude a sus hijos a caminar en la sinceridad y en la veracidad. Si en la escuela o en otro ámbito su hijo ha dicho alguna mentira, no lo solape. Invitelo y acompáñelo a reconocer lo que ha hecho y a que se exprese con sinceridad.
Nunca obligue a mentir a los niños ante terceros, incluso en cosas de pequeña importancia, pues les mandamos la señal de que “está bien” mentir.
No utilice el fingimiento, la hipocresía o el engaño para resolver problemas. Procure ante todo ser veraz, auténtico, honrado, congruente.
Educar abiertamente para la franqueza, la sinceridad, la confianza mutua, es lo que garantiza el equilibrio y la felicidad en el hogar.
En el colegio Plenus, trabajando en sintonía con los padres de familia, queremos y buscamos que nuestros alumnos amen la verdad, que se caractericen por ser sinceros; que sean auténticos, es decir, que tengan el valor de mostrarse tal como son y de decir siempre la verdad.
Fuente: blog.micumbre.com