Continuamos con la propuesta de revisar nuestra vida en clave de honestidad, esto en el contexto de la Cuaresma, como tiempo de conversión y preparación a la Pascua, con el propósito de hacer un cambio significativo en nuestra vida. Ahora les proponemos revisar nuestra vida, actitudes y acciones desde la perspectiva del valor de la honradez, para reconocer si este valor marca y orienta la propia existencia o para iniciar un camino de conversión hacia él.
Cuando afirmamos que una persona es muy honrada, generalmente lo hacemos en referencia al uso o manejo del dinero, pero la honradez va mucho más allá. La honradez es la cualidad de la persona que obra y actúa con rectitud, justicia y honestidad. Se basa en el respeto al otro y en la valoración de la verdad como un valor fundamental de la vida en sociedad. Una persona honrada es aquella que se rige por los valores morales, que respeta las normas sociales y que es consecuente con ello, es decir, que tanto en su forma de obrar como en su pensamiento, se comporta de manera justa, recta e íntegra.
La palabra honradez deriva de honrado, participio del verbo honrar. Honrar tiene que ver con respetar, enaltecer, dar honor. Esta es una palabra con un profundo sentido, que nos impulsa a vivir de tal manera que podamos honrar a Dios, honrar la propia vida (lo que amamos, lo que creemos, lo que pensamos, nuestras convicciones), honrar nuestra palabra, honrar a nuestra familia, a nuestros padres, a nuestra pareja, a nuestros hijos; honrar nuestra profesión, nuestro trabajo…
Si estamos en el camino de la honradez, impulsemos a nuestros hijos e hijas a vivir este valor, formando o desarrollando en ellos una conciencia que les conduzca a apreciar y elegir todo aquello que representa la verdad, honestidad, la integridad, la congruencia, el respeto por los demás y el respeto por los bienes ajenos.
Fuente:
significados.com/honradez