Todos nacemos y crecemos con cierto sentido egocéntrico. Crecemos rodeados de una serie de cuidados que nos hacen experimentar que “los demás están para mí”, atendiendo y ayudando a cubrir nuestras necesidades básicas. El contacto con otros enciende en cada uno la chispa necesaria para salir de nosotros mismos, para crear la magia de pasar de la dependencia a la interdependencia. Justo como la semilla, protegida y cerrada en sí misma, que al contacto con el agua y la tierra, hacen posible la magia para romperse y crecer.
La generosidad es un valor fundamental en nuestra Filosofía Plenus. El ideal de “Fomentar en nuestros alumnos las bases de un liderazgo positivo, humano y responsable, con la fuerza y el amor por hacer un mejor mañana […] Líderes nobles, apasionados por aprender, comprometidos con ellos mismos, su familia y el mundo”, será posible en la medida que el contacto con los demás, la formación en valores y el ponerlos frente a las necesidades de otros, creen la magia necesaria para romper la dinámica egocéntrica y puedan apostar por un estilo de vida marcado por la generosidad.
La generosidad, para que sea auténtica, hay que enseñarla no tanto como hechos aislados, sino como un estilo de vida. Para sembrar la semilla de la generosidad y ayudar a que germine y dé fruto, podemos apoyarnos de las siguientes alternativas:
Para enseñar a ser generoso, hay que vivir siéndolo. La mejor manera de transmitir las grandes lecciones de la vida, es a través de las cosas más sencillas. Cederle el asiento a una persona mayor, aminorando la velocidad para dejar pasar a un coche, llevarle un presente a un familiar enfermo o dejar que otro elija a qué juego jugar son algunos ejemplos. Aprovecha estas pequeñas oportunidades para enseñarle algo tan valioso.
Sentido de comunidad. Mantener un parque o el barrio limpio requiere la ayuda de todos. La próxima vez que salgan a dar un paseo por el parque lleva una bolsa de plástico para ir recogiendo papel o latas. La generosidad empieza en casa, pero es importante hacerlo extensible a los demás.
Regalar, no tirar. Promover una donación de cosas que están en buen estado, pero que ya no usamos, es una buena alternativa para desarrollar la capacidad de compartir y ser solidarios con los demás. Dejar que ellos elijan a quien quieren donar ropa o juguetes ayuda también a sensibilizarlos. Cuanto más partícipes les hagas, más ganas tendrán de llevarlo a cabo. Acompáñalos a hacer la donación y luego compartan cómo se han sentido.
Un acto generoso por semana. Motiva a los pequeños de la casa a ponerse el objetivo de hacer un acto generoso en casa por semana. Ya sea ayudando con la limpieza o las tareas de la casa, también pueden optar por ayudar a su hermano pequeño a hacer los deberes o encargarse de tirar la basura o regar las plantas.
Ser generoso con todos. Enseñar a tus hijos el valor de la empatía es ponerlos en el camino de la generosidad. La generosidad traspasa fronteras. La persona generosa está dispuesta a ayudar o compartir con los demás, sin importar si es una persona cercana o un desconocido.
Fuente: educo.org/blog