Durante la Cuaresma la Iglesia nos propone tres caminos para favorecer la conversión: Sacrificio (ayuno y abstinencia), Oración y Caridad. Tres prácticas que, además de transformarnos interiormente, deberían llevarnos a crecer en amor a Dios y en amor al prójimo. Lo cierto es que muchos de nosotros realizamos algunas de estas prácticas cuaresmales de manera superficial, sin dejar que toquen nuestro corazón y, por tanto, sin llevarnos a una conversión real.
Para asimilar y vivir a fondo el valor de la amabilidad, les proponemos vivir la Cuaresma desde la perspectiva de la caridad, entendida en su real dimensión. Me parece que la palabra caridad ha perdido fuerza en nuestro lenguaje, la hemos asociado a la limosna, entendida esta como simplemente dar algo a una persona necesitada, sin que ese dar nos lleve a una conversión de fondo. Damos para “sentirnos” buenos, no para ser mejores personas.
Desde la perspectiva de la fe católica, “la caridad es una virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo [..] Amándose unos a otros, los discípulos expresan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.” (Jn 15, 9). Y también: “Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.” (Jn 15, 12). (Catecismo de la Iglesia Católica, 1822-1823).
La caridad no es solamente dar… La caridad es, ante todo, un amor incondicional, es un amor que comparte, que se da, que se dona. La caridad es dar, amando o amar compartiendo. San Pablo lo tiene muy claro cuando expresa que la caridad es el camino perfecto: se trata de amar y dar, amar y hacer el bien, apoyar: amando, escuchar: amando, implicando en todo el amor.
Te comparto algunas frases del Papa Francisco, de los mensajes de Cuaresma del 2021 y del 2022, para motivarte a vivir este tiempo desde la caridad, es decir, desde el amor que nos transforma:
“La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza”.
“La caridad se alegra de ver que el otro crece”.
“La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión”.
“La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano”.
“Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia..”
“No nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo. Durante esta Cuaresma practiquemos la limosna, dando con alegría”.
“La Cuaresma es un tiempo propicio para buscar —y no evitar— a quien está necesitado; para llamar —y no ignorar— a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar —y no abandonar— a quien sufre la soledad. Pongamos en práctica el llamado a hacer el bien a todos, tomándonos tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados”.