Durante marzo y abril hemos profundizado en varios aspectos de la honestidad, con el objetivo de que este valor marque significativamente la vida de nuestros alumnos Plenus. Hoy hablaremos de la deshonestidad, con el propósito de que nos sea más claro identificar posibles actos de falta de honestidad en los que nosotros, o nuestros hijos/alumnos, estamos cayendo (y minimizando).
La deshonestidad es definida como “la falta de honestidad, es decir, la falta de compromiso que una persona tiene para con la verdad. Esto puede traducirse en diferentes acciones, actitudes y conductas específicas, que siempre tienen en común su vínculo con la mentira, la manipulación o el engaño”. (https://concepto.de/deshonestidad/)
En honor a la verdad, hemos normalizado varias acciones que denotan una clara falta de honestidad, pero nuestra conciencia laxa nos ciega y nos cuesta trabajo reconocerlas. Varios dichos o refranes populares avalan las prácticas deshonestas, fraudulentas o corruptas, basta escuchar nuestras justificaciones para darnos cuenta. Por ejemplo: “el que no tranza, no avanza”, “con dinero baila el perro”, “¿Cómo nos arreglamos?”, “ladrón que roba a ladrón…”, “la ocasión hace al ladrón”, “al fin que nadie se da cuenta”, “móchate”, “el gandalla no batalla”, “la ley se hizo para romperla”, etc.
Les comparto varias formas de deshonestidad en la que pueden estar incurriendo nuestros alumnos:
Si hablamos de deshonestidad académica, podemos mencionar una serie de prácticas comunes: copiar tareas (muchas veces con permiso de quien sí la hizo), plagiar textos, usar inteligencia artificial (IA) para presentar un texto como propio, copiar en exámenes, vender o comprar tareas o proyectos.
También en el ámbito escolar, otra manera de deshonestidad, son las prácticas ilegales (esto suena más a corrupción o, dicho de otra manera, a vivir al margen de la ley): Los alumnos conocen su reglamento, saben qué pueden hacer y qué no pueden hacer, y deciden vivir al margen de la ley: no traer el uniforme adecuado o portar una prenda que no está permitida; el uso de dispositivos electrónicos cuando no está permitido (especialmente celulares o audífonos), el uso de gorra o comer en clase, llegar tarde después de recesos.
Otra forma clara de deshonestidad es la mentira, justificación y no reconocimiento de acciones que realizan: por ejemplo, al pedirles en clase que guarden silencio, se sorprenden (algunos hasta se molestan) y afirman que ellos no estaban hablando; al descubrirlos usando el celular, niegan que lo están usando; otros, al cuestionarlos por alguna acción que realizaron, lo niegan rotundamente, ¡aunque la acción esté grabada por las cámaras! En vez de reconocer y aceptar lo que están haciendo, se defienden mintiendo o justificando.
Una manera más de deshonestidad, tomar cosas que no les pertenecen, sean cosas pequeñas o de poco valor, hasta cosas de mayor valor. La deshonestidad no se mide por el valor de las cosas, sino por el hecho mismo de tomar lo que no nos pertenece.
En el Colegio Plenus nos interesa formar en la honestidad a nuestros alumnos, que ellos tengan una conciencia crítica, que sepan buscar la verdad, que sean capaces de reconocer acciones o actitudes que los construyen en personas auténticas, y que también sean capaces de reconocer acciones o prácticas deshonestas, para corregirlas.
Una forma de ayudarlos a vivir el valor de la honestidad, tanto en casa como en el Colegio, es siendo honestos nosotros mismos, saber reconocer nuestros errores y buscar corregirlos para ser personas auténticas. Otra manera de formarlos en el valor de la honestidad se da en la vida ordinaria: en el momento mismo que vemos una falta de honestidad, hay que ayudarles a hacerse conscientes de sus acciones, desenmascarar sus mentiras o justificaciones, invitarles a reconocer lo que hicieron. Otra manera más de formarlos en la honestidad: ¡Nosotros mismos no justifiquemos sus acciones o sus mentiras! Si no entregó un proyecto o una tarea, si llegó tarde al Colegio, si se llevó un reporte (de disciplina o de uniforme), si tomó algo que no le pertenece, invitarle a asumir las consecuencias de sus acciones.