“Al final del camino me dirán: ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres…”
(Pedro Casaldáliga)
El título de esta reflexión está basado en una oración de Pedro Casaldáliga (1928-2020), obispo y poeta. Leerla me hizo pensar en Jesús, en su vida partida y compartida por amor. La relacioné con el valor de la generosidad que promovemos en nuestro Colegio Plenus. Y me hizo pensar, anhelar y pedir que todos, los que conformamos esta gran familia, vivamos una generosidad al estilo Jesús de Nazareth. Les comparto la oración.
Mi cuerpo es comida
Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este Gesto,
compartida la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida Ciudad de Dios,
Ciudad de los humanos.
Comiéndote sabremos ser comida.
El vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día…
(Pedro Casaldáliga)
“El pan que ellos no tienen nos convoca a ser Contigo el pan de cada día”… Una generosidad estilo Jesús, pide de nosotros una mirada compasiva, un corazón empático y una voluntad siempre disponible. Una mirada compasiva, para saber percibir la realidad tal como es; un corazón empático, atento a las necesidades o situaciones que viven los demás; y una voluntad siempre disponible para poder estar, acompañar o ayudar a los demás.
Si miramos bien la manera en que Jesús vivió, quizá comprenderíamos que este estilo de generosidad no pide de nosotros cosas extraordinarias, sino que nos pide hacer de lo ordinario algo extraordinario. Y entonces quizá podríamos ser generosos en las cosas que hacemos cotidianamente, en la manera como nos relacionamos con los demás, en nuestro trabajo, en el estudio, en cualquier cosa que realicemos… Y quizá también comprenderíamos que “ser con Jesús el pan de cada día” está en el saber dar mi tiempo a quien lo necesita, en el compartir mis saberes, en el saber estar y acompañar desde la necesidad del otro, en el escuchar y comprender, en el criticar menos y actuar más, en el saber callar para poder escuchar… (y cada uno podría seguir expresando -y viviendo-, las múltiples posibilidades que la generosidad le provoca).
Fuente: pastoralsj.org