Vivimos en tiempos de individualismo. El mensaje principal que escuchan nuestros hijos es que la persona más importante en su vida, son ellos mismos y que deben hacer todo para buscar su propia felicidad, desechando lo que les moleste. Aunque entendemos la necesidad de que los jóvenes sepan valorarse y sean responsables de su propio destino, esta corriente está generando estragos en nuestra juventud. El resultado son niños y jóvenes incapaces de interesarse por el bien de los demás, porque sencillamente no se cruza con su propia búsqueda de la felicidad.
¿Cómo hacer entonces para educar hijos más conscientes de su entorno? ¿Jóvenes que sepan salir de sí mismos para ayudar a los demás? Una manera de conseguirlo es educándolos en la empatía.
Para educar la empatía es necesario estar en contacto con los propios sentimientos y emociones, saber ponerle nombre y conocerlas para así poder identificarse con los sentimientos de los demás. Un camino para desarrollar la empatía, es enseñar a nuestros hijos a ponerle nombre a sus emociones, a identificar aquellas cosas que sienten y que es difícil explicar. Esto lo podemos lograr conversando mucho con ellos y haciéndoles preguntas reflexivas como: ¿Cómo te sientes en este momento? ¿Qué puedes hacer con esto que sientes? ¿Cómo crees que puedes sentirte mejor?
Una vez que nuestros hijos puedan identificar sus emociones, podemos entonces ponerlos en contacto con los sentimientos de los demás. Es muy positivo observar con ellos situaciones desde lejos y poder describirlas desde el punto de vista emocional, preguntarles cómo creen que se sienten las personas que están pasando por determinada situación y cómo podríamos apoyar o ayudar. Las respuestas que den nuestros hijos darán pie a conversaciones en las que podamos resaltar la importancia de acompañar a los demás y ponernos en su lugar.
Para educar hijos con empatía es vital que podamos vivir este valor en casa. Desde chicos podemos ayudarlos a identificarse con lo que les pasa a sus padres o hermanos, a acompañarlos en sus sufrimientos y alegrías y a pensar en ellos regularmente. Un niño que vive la empatía en su hogar, necesariamente será empático con el mundo exterior pues ha internalizado este modo de vida.
La empatía es un valor que puede cambiar el mundo, una persona a la vez. Si somos capaces de enseñar a nuestros hijos a ponerse en el lugar del otro, a acompañar al que está solo y a defender al desvalido, tendremos familias, escuelas y sociedades mucho más justas y tendremos también niños y jóvenes mucho más felices, porque serán capaces de ponerse en contacto con lo que sienten los demás y de salir de ellos mismos para ayudar. Fuente: Degwitz, Ma. Verónica (30/06/17), ¿Cómo enseñar a los niños a ponerse en el lugar del otro? https://es.aleteia.org/2017/06/30/como-ensenar-a-los-ninos-a-ponerse-en-el-lugar-del-otro/