Iniciamos ya el mes de mayo y continuamos la formación del corazón de nuestros alumnos, agregando el valor de la fortaleza a las otras seis virtudes que, mes con mes, hemos sembrado en ellos: la responsabilidad, el respeto, la empatía, la generosidad, la amabilidad y la honestidad. Y como lo hemos hecho al proponer cada valor, de nuevo recordamos el simbolismo de la lámpara de aceite expresado en nuestra primera Misa del ciclo escolar, donde el padre Ricardo nos decía que cada uno de nosotros somos como esas lámparas de aceite, en las que el contenido es lo que permite que nuestra luz resplandezca, pero también puede suceder que la ausencia de aceite no permita que nuestra luz se encienda.
Nuestros niños, adolescentes y jóvenes son esas lámparas de aceite. Hoy queremos verter el aceite de la fortaleza en ellos, para que esta virtud los revista de fuerza interior y sepan permanecer fieles a sus anhelos y grandes ideales; para que tengan la fuerza de voluntad necesaria para resistir a las grandes tentaciones de su momento, para que no se dejen llevar por la apatía, el desgano o el desinterés; para que se mantengan en la lucha por constituirse en personas de bien, siempre firmes en la búsqueda del bien común.
El aceite de la fortaleza está hecho de fuerza de voluntad, fuerza interior, templanza, autodominio, disciplina, carácter, resiliencia, resistencia, esfuerzo, perseverancia y tenacidad. Este aceite les dará la capacidad de soportar la presión y vencerse a sí mismos, serán tolerantes a la frustración y sabrán retardar la gratificación, tendrán la capacidad de sobreponerse ante alguna adversidad, levantarse y comenzar de nuevo.
¡Atención! El relato bíblico de las lámparas de aceite, es en sí “la parábola de las 10 vírgenes”. Jesús enseñaba con parábolas, en las que tomaba situaciones de la vida diaria para mostrar algún secreto del reino de Dios. El objetivo de las parábolas era mostrarle a sus discípulos y a quien lo escucha, cuál debe ser la actitud o el comportamiento de las personas para entrar en el reino de Dios. Esta parábola hace referencia a 10 jóvenes, 5 prudentes y 5 imprudentes o insensatas. Las prudentes llevaban aceite de sobra y entraron a la fiesta; las imprudentes, aunque llevaban aceite, no era suficiente y sus lámparas estaban por apagarse, al momento de ir a buscar más, llegó el novio, comenzó la boda, y se quedaron sin entrar a la fiesta.
Moraleja: El aceite de la fortaleza, crece en la medida que trabajamos con esfuerzo y disciplina, crece cuando somos tenaces y perseverantes o cuando permanecemos firmes en la lucha por conseguir un bien mayor. Por otra parte, si no ejercitamos nuestra fortaleza interior, nos debilitamos poco a poco y corremos el riesgo de perdernos momentos vitales de nuestra existencia. Procuremos que nuestros hijos se esfuercen cotidianamente para hacer crecer en ellos el aceite de la fortaleza. Pero también es importante que hagamos crecer en ellos la sensatez o la sabiduría para que ellos mismos tengan la prudencia de llevar en abundancia el aceite de la fortaleza.