La semana pasada los alumnos de 2° y 3° de Secundaria y los de Prepa, así como los padres de familia de las secciones de Secundaria y Preparatoria, participaron en las conferencias “Las adicciones, más allá de lo que imaginamos o suponemos”, impartidas por el Mtro. Juan Pablo Díaz Hernández.
Nos interesa como Colegio, no solo acompañar y formar a nuestros alumnos y alumnas, sino también acompañar a los padres de familia en su labor educativa, promoviendo artículos o reflexiones en torno a valores y conferencias con temas que tienen que ver con el desarrollo de sus hijos o con problemáticas a las que ellos se pueden estar enfrentando en el contexto actual.
El tema de las adicciones, en sus diversas manifestaciones (tecnología, sustancias, personas, pornografía), requiere de nosotros, como padres de familia, un sentido y sabiduría especial, para saber detectar a tiempo, para estar atentos a las señales que nos mandan nuestros hijos, para saber leer “entre líneas” lo que nuestros hijos pueden estar viviendo.
Les comparto el siguiente texto del Papa Francisco, extraído de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia (La alegría del amor), en el que nos invita a pensar en dónde estamos como padres de familia y qué tanta conciencia tenemos de dónde están nuestros hijos, existencialmente hablando:
“La familia no puede renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento, de guía, aunque deba reinventar sus métodos y encontrar nuevos recursos. Necesita plantearse a qué quiere exponer a sus hijos. El abandono nunca es sano. Los padres deben orientar y prevenir a los niños y adolescentes para que sepan enfrentar situaciones donde pueda haber riesgos, por ejemplo, de agresiones, de abuso o de drogadicción”. (Amoris Laetitia 260).
“Pero la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo. Aquí vale el principio de que «el tiempo es superior al espacio». Es decir, se trata de generar procesos más que de dominar espacios. Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, solo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía. Solo así ese hijo tendrá en sí mismo los elementos que necesita para saber defenderse y para actuar con inteligencia y astucia en circunstancias difíciles. Entonces la gran cuestión no es dónde está el hijo físicamente, con quién está en este momento, sino dónde está en un sentido existencial, dónde está posicionado desde el punto de vista de sus convicciones, de sus objetivos, de sus deseos, de su proyecto de vida. Por eso, las preguntas que hago a los padres son: «¿Intentamos comprender “dónde” están los hijos realmente en su camino? ¿Dónde está realmente su alma, lo sabemos? Y, sobre todo, ¿queremos saberlo?»”. (Amoris Laetitia 261)
“Si la madurez fuera solo el desarrollo de algo ya contenido en el código genético, no habría mucho que hacer. La prudencia, el buen juicio y la sensatez no dependen de factores meramente cuantitativos de crecimiento, sino de toda una cadena de elementos que se sintetizan en el interior de la persona; para ser más exactos, en el centro de su libertad. La educación entraña la tarea de promover libertades responsables, que opten en las encrucijadas con sentido e inteligencia”. (Amoris Laetitia 262).
Fuente:
https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20160319_amoris-laetitia.html